Conectar con nuestro Yo es la mejor medicina

Este artículo del autor ha sido publicado en la revista del Gallo de Anthrosana

Conectar con nuestro Yo es la mejor medicina

Vivimos tiempos de incertidumbre y de dificultades, sin embargo, desde la antroposofía disponemos de muchos recursos para poder enfrentar estas dificultades y encontrarnos con nuestro verdadero ser.

Imagen del hombre a la luz de la antroposofía

Rudolf Steiner presentó una imagen del hombre como el único ser constituido por:

  1. Un cuerpo material y visible formado de sustancias que nos acompaña desde el nacimiento hasta la muerte
  2. Un alma propia e individual, también llamada por los griegos psiqué, que es aquel espacio dentro de cada uno de nosotros donde vamos acumulando las experiencias vitales. Mediante el pensar introducimos en ella lo que ocurre en el exterior, mediante la voluntad concretamos nuestra intención en actos y estos dos aspectos se compensan mediante el sentir que queda entre ellos
  3. Por encima de esta alma nos hallamos en presencia de la parte espiritual del ser humano, aquella que permite decir Yo y que le dota de su esencia e identidad.

Tiempos de miedo

Parece una evidencia fuera de toda duda, que, en el momento actual, se ha tratado de inocular el miedo como elemento paralizante. Las constantes noticias tratan de alarmar hasta conseguir una población aterrada, es decir más sumergida que nunca en la tierra.

La pandemia, la emisión en directo de catástrofes naturales, los problemas energéticos buscan generar un estado de intranquilidad mantenido en el tiempo.

Pero ¿qué es el miedo realmente?

La inteligencia emocional creada por Goleman en los años 80 del pasado siglo expuso que el miedo aparece cuando existe una desproporción entre la amenaza que sentimos y los recursos con los que contamos.

Steiner, más de medio siglo antes ya advirtió que el ser humano debería enfrentarse a este enemigo para poder conquistar lo que él llamó “alma consciente”.

En su oración a Micael ya invitaba a erradicar el temor del alma humana y sustituirlo por la confianza.

San Juan de la Cruz en su Noche oscura contrapone el miedo a la esperanza. Siguiendo este hilo de pensamiento, estos momentos en los que han tratado de aterrorizarnos parecería que quisieran llevarnos al infierno de Dante que en su Divina Comedia describía, como el lugar en el que se “abandona toda esperanza”

Siguiendo la definición de miedo de la Inteligencia emocional antes mencionada, existirían dos maneras de combatir el temor: Reduciendo la amenaza o encontrando los recursos para poder afrontarla.

La amenaza que se siente se basa en una representación del riesgo percibido de manera individual por cada persona. Algo que ya mostró Viktor Frankl tras su terrible paso por un campo de concentración cuando expresó que lo importante no es lo que nos ocurre, sino qué hacemos con aquello que nos sucede.

Sería como decir que no es lo que vivimos, sino como nos contamos a nosotros mismos lo que nos está pasando. Por tanto, y con el fin de alcanzar una ecuanimidad sería conveniente atenerse a hechos probados y no a teorías que ponen en riesgo nuestra estabilidad emocional. Para lograrlo resulta recomendable una dieta de información, especialmente de aquella que nos desasosiegue, bien no viendo los medios de información de masas, bien, evitando aquellos que nos conducen al miedo alimentando otras teorías.

Steiner ya indicó que uno debía fiarse más del criterio propio que de la opinión pública.

La despersonalización

La educación con sus planes homogéneos, la medicina hospitalaria actual con su protocolización y la sociedad con la idea de la globalización son formas efectivas que tratan de deshumanizar al ser humano y generar una uniformidad contraria a la idea de un Yo.

De esta manera, durante la crisis sanitaria, los medios de comunicación relataban en forma de cifras de enfermos y fallecidos. Como si fuesen únicamente un dato estadístico y no el destino individual de muchos seres humanos únicos.

Los políticos apoyados en deportistas ilustres transmitían la idea de que “de esta salimos todos” como evitando la idea de que se requiere un esfuerzo personal para enfrentarse a un destino individual.

Ante esta enfermedad, que ha demostrado que cursa de forma individual, leve en algunos, con complicaciones y hasta mortal en otros, se ha buscado una solución única. La llamada vacuna ha tratado de ser impuesta evitando que fuese de forma consciente. Se ha intentado reducir el criterio personal, adormeciéndolo por unos medios de comunicación que han mezclado la información con opiniones trufadas de fuerte carga emocional.

No se trata de ser, o no, contrarios a una inoculación mediante una terapia génica, sino de invitar a que cada ser humano apele a su conciencia y sea el mismo quien decida en libertad.

No se trata de rebaños se trata de comunidades de seres humanos.

No se trata de veterinaria, se trata de medicina y en la antroposófica se conoce desde hace más de cien años la necesidad de trabajar este arte de la curación desde la individualidad y no desde el protocolo único.

El Yo esencial de cada ser humano tiene la respuesta individual ante las posibilidades terapéuticas que se le ofrecen. Con la debida información y asesoramiento sanitario profesional es capaz de tomar su propia decisión que debe ser respetada.

Recorte de las libertades

En este último tiempo también han existido medidas que han recortado la libertad: Confinamientos, limitaciones de movimiento y de ocio, coacciones para inocular una terapia experimental, etc. han sido y son el pan nuestro de cada día.

Y, a la vez tiempos de esperanza

Parecería que alguien o algo estuviera deseando que el hombre no alcance aquello que solo él en el universo puede conquistar, la libertad. Y, sin embargo, hoy más que nunca cada individuo está en condiciones de alcanzarla

Esta le permite a cada hombre decir desde su esencia espiritual más profunda Yo soy. En el evangelio de Juan (18,6) se puede observar como el pronunciar ese Yo soy puede hacer que tus enemigos retrocedan y caigan.

Los caminos

Rudolf Steiner indicó que existen tres caminos de acceso a lo espiritual que nos permite pronunciar ese Yo soy y que son el arte, el pensar y la religión.

Lo artístico debería ejercerse de manera habitual. Despertar lo estético en nosotros permite liberar nuestra fuerza creativa y atravesar los momentos más delicados y complicados.

Otra forma de trascender es el verdadero pensar, el que crea cada uno de nosotros en su interior. Evitar caer en las opiniones públicas dirigidas que atienden a intereses más o menos espurios para tratar de construir una conciencia crítica creadora. Que pueda separar los hechos objetivos, observados de forma fenomenológica y desproveerlos de juicios subjetivos. En caso de que aparezcan emociones ante lo que se está observando tomar conciencia de ellas, pero no dejarse arrastrar por ellas

El tercer camino para llegar a lo espiritual es hacerlo desde la religión. Pero no entendida como un conjunto de dogmas o creencias, sino como el verdadero religarse con aquello que somos y de donde procedemos, con nuestra parte trascendente que nos ha conformado antes de nacer y lo hará tras la muerte.

Como las verdades del espíritu apenas son una brisa sutil debemos calmar las tormentas anímicas que nos impedirían percibir ese suave viento. Por ello, la meditación en calma resulta una de las formas privilegiadas para acceder a la trascendencia y llegar a nuestro Yo.

Uniendo los dos caminos del pensar y la meditación, Steiner creó una forma de meditar que aquieta la mente y lleva a la persona a su centro

Se requiere una respuesta individual de cada ser humano y la antroposofía “un camino de conocimiento para guiar lo que hay de espiritual en el ser humano hacia lo que hay de espiritual en el universo» resulta más útil necesaria que nunca.