El Yo

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El sustrato del yo es la expresión del alma superior y, por poseerlo, el hombre es la cúspide de la creación”. Rudolf Steiner

El Yo es lo que le hace al ser humano ser lo que es

El Yo es la envoltura más externa de nuestro organismo, es por así decirlo una chispa de la divinidad dentro de nosotros. Tanto es así, que parte se encuentra en el mundo espiritual y en el cuerpo presenta un receptáculo que se ha dado en llamar Organización del Yo.

El Yo es quien crea la singularidad de cada hombre, más allá de las características propias de la especie. Este hecho separa al hombre de los animales que solo son capaces de seguir aquello en lo que están determinados por su alma grupal. Por lo tanto, el yo es el que dota al hombre de la libertad y de la capacidad de ser el que determina su biografía superando los hábitos, las exigencias corporales, las emociones, etc. En palabras de Otto Wolff El Yo es un germen espiritual que sobre la base del organismo va creciendo hacia el «hombre espiritual (…) es el principio totalizador para el alma, al igual que el cuerpo etérico lo es para el cuerpo físico. Solo un alma compenetrada por las fuerzas del Yo puede fijarse objetivos (…) y adquirir la madurez de la vida.

Todavía resulta sumamente difícil comprender su naturaleza, por ser esta intangible, de hecho el propio Steiner llegó a decir que no se podía describir con conceptos y términos actuales . No puede ser buscado ni descrito, sin embargo, cualquier persona tiene la experiencia de observar y juzgar los sentimientos y reflexionar sobre ellos, siendo el Yo el que lo lleva a cabo. Mientras que la sensaciones son convertidas en sentimientos por el alma, la conciencia pensante la debemos al Yo.

Es el cuerpo más elevado del ser humano, el único propiamente suyo, es el que le dota al hombre la posibilidad de determinarse a sí mismo. Ha sido el último en formarse en la evolución del ser humano, por lo que, también, es el menos evolucionado

Es eterno, no se extingue tras la muerte, siendo el  núcleo que integra las diferentes encarnaciones consecutivas del individuo.

La Relaciones del Yo con el organismo humano

Relación con los otros tres cuerpos constitucionales

La organización del Yo es el último de los cuerpos constitucionales en formarse y es el que integra a todos los demás y los penetra, siendo la imagen guía de esta intrerrelación la del auriga de Delfos.

El ser humano requiere de una materialidad que le es aportada por su cuerpo físico, las funciones vitales que son conservadas por su cuerpo etérico y la capacidad anímica dada por el cuerpo astral. Durante la vigilia el Yo se encuentra unido a la consciencia y a los órganos sensoriales, mientras que por la noche al dormir el yo, junto al cuerpo astral se separa de los cuerpos físico y etérico, para dirigirse al mundo espiritual, sumergiéndose de nuevo cada mañana y reconociéndonos así al despertar.

Uno de los descubrimientos de Steiner es la polaridad que existe entre lo espiritual y lo vital, por lo tanto el Yo no puede intervenir directamente en los procesos corporales sin producir la destrucción de estos. Esta es una de las razones por las que siempre actúa a través del alma.

Relación con la sangre

La sangre es la expresión corporal del Yo. Este fluido aparece en la primera parte  del estadío terrestre, en la época de influencia de Marte que le aportó el hierro que necesitaba para constituirse. Mientras el sistema nervioso trae lo que se formé en el antiguo saturno, en el antiguo sol y en la antigua luna, la sangre es propio de la tierra.

La sangre fue tornando a lo largo de la existencia humana en la tierra en manifestación del yo, pero en un primer momento del yo inferior, por lo tanto, fue vehículo del egoismo. Fue en el misterio del Gólgota cuando la sangre de Cristo crucificado llegó a la tierra cuando este fluido cambió a ser portador del Yo superior. Para que la sangre pueda portar el Yo, sinónimo de muerte física ha de renovarse continuamente. Steiner describió como luego en su paso por el corazón se eteriza antes de pasar por la cabeza.

Relación con el calor

El calor interno que produce el ser humano le permite mantener una temperatura corporal constante alrededor de los 37ºC independientemente de las condiciones climáticas externas. Este hecho ha hecho que el ser humano haya podido conquistar todo el planeta, desde el ecuador hasta los polos, sin necesidad de poseer gruesas pieles o un marcado plumaje.

El calor que aporta el yo es realmente un calor anímico capaz de unir al organización del ser humano con su ser espirtual.

La temperatura exterior ha de ser compensada por el organismo homeotérmico, de hecho cuando el hombre no lo logra del todo aparecen ciertas alteraciones en su personalidad, con una temperatura muy baja podrán existir carencias en su desarrollo y con una temperatura demasiado elevada puede llevarle a salir en exceso de sí mismo.

El Yo posibilita al ser humano la verticalidad el habla y el pensar

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El ser humano ha conquistado la verticalidad gracias a la intervención de lo anímico-espiritual en su organización corporal. Hasta la paleoantropología académica considera el paso evolutivo del mono al hombre en la conquista de la posición bípeda del Australopithecus hace casi  cuatro millones de años.

Desde la ciencia espiritual se considera que esta posición erguida es la que posibilita al ser humano ser el mediador entre la tierra y lo espiritual. Tal y como se ve en la imagen comparada de los dos esqueletos, la humana presenta una liviandad de un ser que ya no está dominado por las leyes de la gravedad, como que se ha liberado de pesadumbre terrestre.

Habla

La propiedad de hablar viene dada por la intervención del Yo en el ser humano, esa es la razón de que los animales no puedan hacerlo, y no el hecho de que no tengan elementos de fonación que fisiológicamente se lo permita. Es cierto que algunos animales poseen la capacidad de comunicarse de manera rudimentaria entre sí, pero carecen de la posibilidad de hacerlo mediante la palabra. En tiempos antiguos en los que el hombre poseía otra conciencia este era capaz de reconocer el poder de la palabra con sus efectos positivos como la oración y los negativos como los maleficios y los conjuros. La palabra es la posibilidad de la que dispone el hombre para comunicarse

De hecho, el Evangelio de san Juan atribuye a la palabra, el logos, toda la capacidad creadora y la sitúa como el origen de los orígenes.

Pensar

Tras ponerse de pie y de hablar el ser humano conquista la tercera capacidad que es la de pensar. Desde el punto de vista antroposófico el pensar no es un simple relacionar y combinar ideas que ya se poseían, sino que es un acto del Yo, donde el cerebro no crea, sino que refleja lo que proviene desde el mundo espiritual.

Referirse a uno mismo como Yo

Otro hito en el desarrollo de una persona es el de la primera vez que pronuncia la palabra «Yo», es la toma de conciencia de la posesión de una entidad interior.

El Yo y la libertad

Ya se ha dicho que la libertad está muy vinculado al ser humano. Ningún otro ser vivo alcanza esa propiedad, ni las plantas determinadas por el lugar en el que viven, que le hacen depender de la tierra y de lo cósmico, ni los animales condicionados a sus instintos.

Esta libertad se basa en la posibilidad de errar y en la posibilidad de llevar a cabo el mal. Tampoco existen seres espirituales, como ángeles o arcángeles, etc. capaces de alcanzar esa libertad por carecer de la posibilidad de obrar en contra del bien, así el hombre es el único ser en el universo con esa capacidad de libertad, que le da su Yo.

El cuerpo astral o cuerpo anímico

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El cuerpo anímico o sensible o cuerpo astral

A medida que se va ascendiendo en los cuerpos constitucionales estos se van haciendo más sutiles. Así si el cuerpo físico es de índole material, el cuerpo vital o etérico es de naturaleza líquida, fluida, el cuerpo que ahora se presenta , el cuerpo astral es una estructura gaseosa, de aire que se integra en el cuerpo vital acuoso.

Cuando el cuerpo etérico genera energía esta es catabolizada por el cuerpo astral para dar las diferentes formas. Es como si por la noche el cuerpo vital generara barro que durante el día el cuerpo sensible se encargaría de dar forma para la vida.

Mientras que en la primera fase de la vida domina el cuerpo etérico en la segunda la preponderancia la ocupa el cuerpo astral.

Características del cuerpo astral

Cuerpo compartido con los animales y cuerpo de movimiento

Al igual que el cuerpo físico es compartido con el mundo mineral, el etérico con el mundo vegetal, el cuerpo astral aparece en el reino animal, siendo su estado más elevado y es con estos seres con quien lo compartimos. El Yo actúa sobre el cuerpo astral, que ejerce su influencia sobre el etérico, que a su vez interviene en el cuerpo físico .

Con la llegada al mundo del cuerpo astral aparece el movimiento en los seres vivos, animales y seres humanos. Estos desplazamientos no son al azar, sino que son autónomos y responden a la capacidad que se tiene de percepción. El sentir aparece en esta fase del desarrollo tras haber adquirido conciencia, lo cual permite una capacidad de reacción. Por eso, a este cuerpo se le conoce también con el nombre de cuerpo sensible.

El organismo anímico lo comparte el ser humano con el mundo animal, sin embargo existen diferencias fundamentales. Los animales nada más nacer tienen ya conquistado el espacio y el movimiento, es decir una gacela es capaz de erguirse y caminar o correr a los pocos minutos de su alumbramiento. Sin embargo, este proceso le cuesta al ser humano varios años, así el niño tarda meses en erguirse y superar las fuerzas de gravedad y suele requerir el año para comenzar a caminar. Esto indica que este proceso de conquista requiere de la intervención de las fuerzas anímico espirituales en la organización corporal.

El animal se encuentra tan ligado a la tierra a través de lo astral que crea una unidad funcional pero que no tiene posibilidad de aprender que posee el ser humano y con ello no puede modificar aquellos instintos que determinan su comportamiento instintivo desde el momento de nacer. Es como si el cuerpo astral animal se encontrará ya endurecido, mientras que el humano se halla maleable durante toda su vida.

En la planta existe actividades del astral como es el caso de las flores, donde se produce perfume y color, pero este no llega a penetrar en ella. En algunos casos, cuando penetra crea sustancias tóxicas para el ser humano, como los alcaloides, sustancias creadas bajo el influjo del cuerpo sensible.

Creación de un espacio interno

Esa capacidad de internalizar y de movimiento interno se manifiesta en la creación de huecos, es decir, de un espacio interno que se contrapone al mundo exterior. El cual será capaz de albergar al alma como se indicará más adelante.

Desde la tercera semana de vida en el estado embrionario aparecen las fuerzas formativas que crean una depresión en la blástula formando el proceso de gastrulación, con ello se genera un espacio interior en el que se irán formando el tejido nervioso y los órganos.

Esas fuerzas formativas mencionadas anteriormente pueden ya actuar desde dentro y son las que podrán hacer que se cree una comunicación con el mundo exterior.

Esa capacidad de crear un hueco es también el origen que hace que se formen los diferentes órganos, algo que existe en los animales pero de los cuales carecen las plantas.

Cuerpo planetario

El cuerpo astral toma ese nombre de su relación con lo planetario, de hecho es como un hueco, como se dijo antes de lo cósmico en el cuerpo físico. Según el Dr  Lievegoed este cuerpo suprasensible se ha ido preparado antes del nacimiento del ser humano y responde a la unión de las cualidades de las esferas planetarias.

Antes de nacer el yo realiza un viaje donde se va impregnando de los distintos caracteres que va tomando de los diferentes planetas, ya descritos en este blog y que  el alma transita en su recorrido encarnatorio por este orden:

Saturno

Júpiter

Marte

El sol

Venus

Mercurio

Finalizando en la luna

En función de lo que tome de cada planeta el ser humano poseerá un carácter

El punto de anclaje del alma y de las emociones

El cuerpo astral porta el mundo anímico interior del ser humano. De hecho ya se mencionó que este cuerpo había sido preparado, incluso antes del nacimiento

Lo Astral se caracteriza en lo anímico por lo polar. Son dos fuerzas siempre que se contraponen, así lo astral se mueve entre las emociones contrapuestas: Alegría-tristeza, Amor-odio y, sobre todo, simpatía-antipatía que son las polaridades que marca lo astral emocional

El cuerpo de la conciencia

Frente a la conciencia del sueño profundo del cuerpo material, y frente a la conciencia del sueño del cuerpo vital, la conciencia del cuerpo astral es la conciencia soñadora, es decir, una conciencia que está muy por debajo de la de la vigilia.

A lo largo del día predomina la actividad del cuerpo astral, mientras la noche es el momento de actuación del etérico.

El cuerpo aéreo

El cuerpo astral se expresa mediante el aire, tal y como el etérico lo hacía a través del medio acuoso. Su órgano es el riñón, dado que este es el órgano encargado de la respiración.  Ya desde la antigüedad se sabe que el alma vive en el aire y que la respiración está relacionada con la emoción.

El cuerpo del metabolismo y de lo proteico

Es el animal, cuerpo astral, donde aparecen ya unos nuevos elementos como las proteínas, en las plantas, apenas en algunas, de la familia fabaceae, las leguminosas aparecen en las semillas.

En las plantas, con su cuerpo etérico priman las funciones de anabolismo, siendo capaces a partir de sales minerales inanimadas, de oxígeno, de agua y de luz, mediante la fotosíntesis generar materia orgánica. Con la entrada del  cuerpo astral en el mundo animal aparece el catabolismo y la degradación de sustancias en el proceso de la digestión.

El cuerpo sensible está relacionado con el futuro, esto se traduce en el metabolismo. Tras la ingestión de los alimentos, se pasa por una digestión de ellos que en el caso de las proteínas las lleva hasta sus partículas elementales los aminoácidos, posteriormente mediante la participación del Yo estas se integran en nuestro cuerpo formando nueva sustancia corpórea humana.

El cuerpo anímico o sensible o cuerpo astral

Frente a la estructura fija del cuerpo material y a la naturaleza fluida del cuerpo vital, el cuerpo anímico tiene una sustancia gaseosa. El cuerpo sensible nace del cuerpo vital, es una versión perfeccionada del cuerpo vital y su estructura gaseosa reside dentro del medio acuoso del cuerpo vital.

El cuerpo eterico (III) Y los cuatro éteres

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El cuerpo vital del ser humano más allá de lo vegetal

Las expresiones del cuerpo vital en el ser humano….

Cuerpo del ritmo

El ritmo es la manifestación visible de la interacción del espacio y del tiempo. El cuerpo etérico está relacionado con todo lo rítmico en el ser humano. Ello ocurre con la incorporación en el espacio de la dimensión del tiempo.

Cuerpo funcional

El cuerpo etérico es, además, el organismo que rige todas las actividades funcionales del ser humano, sobre todo las relacionadas con el anabolismo o formación. Por eso está relacionado con el crecimiento.

Cuerpo de fuerzas morfogenéticas

El término «cuerpo de fuerzas morfogenéticas», tan del gusto de Steiner, indica que nos encontramos ante el cuerpo encargado de toda la actividad funcional. Y ello, aunque esté controlado por los cuerpos superiores (astral y organización del yo).

….Y finalmente el pensar

Rudolf Steiner hizo mucho hincapié en que en el momento en el que las fuerzas etéricas se separan de los órganos sensoriales, quedan disponibles para el pensar. O lo que es lo mismo, que las fuerzas que forman el pensamiento son fuerzas de crecimiento metamorfoseadas.

EL cuerpo etérico es la matriz del pensar, pero no el pensamiento en sí.

La conciencia del sueño

El cuerpo etérico mantiene una conciencia similar a la que poseemos mientras dormimos. De hecho tiene sentido que el cuerpo vital realice las funciones de regeneración y de anabolismo encontrándose en una fase opuesta a la de la conciencia.

El hígado

El hígado es el órgano en el que se manifiesta y tiene su anclaje el cuerpo etérico en el ser humano.

Este órgano es de naturaleza líquida y regula el equilibrio líquido.

La relación del hígado con las fuerzas formativas es tan estrecha, que aunque se hayan eliminado tres cuartas partes de él mediante cirugía, éste se regenerará en poco tiempo.

El hígado es el mayor órgano metabólico del cuerpo. Lleva las sustancias a un estado líquido, donde son posibles las reacciones químicas, volviéndolo a relacionar con el cuerpo etérico.

El hígado también tiene una relación especial con los hidratos de carbono, que como se ha mencionado anteriormente, son las sustancias propias del cuerpo etérico.

Los cuatro éteres

Al estudiar al cuerpo físico se habló de que este estaba compuesto de elementos y que los griegos clásicos, especialmente Heráclito, los definieron como Tierra, agua, aire y fuego, que configurarían los estados de la materia en función de sus diferentes combinaciones y añadieron un quinto elemento insustancial que denominaron éter. Rudolf Steiner al introducir el concepto de cuerpo etérico definió los éteres de los que se compone este organismo suprasensible:

Eter de vida

Eter químico o sonoro

Eter de luz

Eter de calor

En los seres vivos, vegetales animales y, por supuesto en el hombre estos cuatro éteres se combinan para dar lugar a las fuerzas plasmadoras que dan lugar a procesos que originan la vida.

Lo etérico pertenece a lo cósmico, a diferencia de lo físico que pertenece a lo elemental y material terrestre.

Entramos en el estudio de las polaridades de los dúos. Esta contraposición nos muestra como aquello que está dentro de ser humano se opone a aquello que se encuentra fuer de él.

El Eter de vida

Este éter se opone al elemento tierra de los griegos clásicos.

Polaridad del éter de vida con la tierra

Lo mineral

Cuando se observa la tierra se ve que el máximo estado de agregación de la materia. Está completamente sujeto a las leyes de la física y  se refleja cuando observamos una cata de tierra o en una falla.

No posee ningún tipo de movimiento interno, una piedra no se desplaza si no hay ninguna fuerza que la mueva desde el exterior

El éter de vida

El éter de vida es el responsable de generar la forma desde lo interno, cuál fuese un escultor del mundo orgánico, se opone así a las fuerzas mineralizadores

Una de las cosas que caracterizan a este éter de vida es su estado de totipotencialidad, así en cada meristema de cada planta o en cada célula se halla la capacidad de crear un todo, ya sea la planta en si o un órgano en el caso de los animales o seres humanos.

No solo crea la vida, sino que en este éter de vida también está en la fuerza encargada de mantenerla, siendo el responsable de regenerar la salud, por ello es a quien hay que apelar para restaurar y curar a una persona agotada o desvitalizada. Esta capacidad sanadora se autorregula y cuando alguna célula se sustrae a este principio puede aparecer un crecimiento descontrolado aparaciendo así las enfermedades tumorales.

El Éter del sonido o químico

Este éter mantiene una polaridad con el agua

Polaridad del éter de sonido o químico con el agua

El agua

Una de la características del elemento líquido es su tendencia a la agregación, algo que en alquimia clásica se denominó como propiedad mercurial, aquello que aporta la continuidad. Los manantiales se convierten en arroyos, que se agregan en ríos, que, como diría el poeta, van a dar al mar.

El agua presenta las dos propiedades de someterse a la levedad y evaporarse o someterse a la gravedad y caer en forma de gota al suelo

El éter de sonido

Lo que caracteriza a la música es tanto sus sonidos como sus silencios que permiten la creación del ritmo. Esos silencios son los que permiten separar y converger, algo que ocurre en los sistemas porta del cuerpo humano, que aparecen en hígado e hipófisis.

Este éter es el que lleva la fuerzas de la diferenciación y estructuración en el cuerpo, es el que puede generar sustancias y formas.

Se manifiesta en los líquidos del cuerpo humano, intersticial, sanguíneo, jugos gástricos, etc formando así los procesos metabólicos.

El Eter lumínico

Polaridad entre el éter lumínico y el aire

El aire

Los gases escapan a a fuerza gravitacional, siendo su característica la de ocupar todo el espacio que encuentren disponible, su dinámica es centrífuga, aunque cuando tenemos en cuenta la presión que ejerce sobre los objetos con los que entra en contacto, incluyendo al ser humano, sus efectos son centrípetos.

El éter lumínico

Este éter aporta la capacidad de percepción del espacio que se requiere para que pueda existir el movimiento.

La luz permite que la planta que la recibe se desarrolle y ocupe el espacio por el crecimiento, es decir que dentro del organismo posee una acción centrífuga. En el ser humano se puede observar que la falta de luz conduce inexorablemente al raquitismo.

El éter químico es quien aporta las fuerzas para que el agua se eleve desde la raíz hasta la última hoja de un portentoso árbol, superando las fuerzas gravitacionales.

El Eter calórico

Relación entre el éter calórico y el fuego

Esta relación es la más antigua en la evolución del ser humano, proviene de lo que en antroposofía se denomina antiguo Saturno. Esta es una fase de desarrollo espiritual, por lo que resulta menos accesible a nuestros sentidos y a nuestra comprensión. A diferencia de lo material-mineral, tridimensional; lo acuoso-líquido, bidimensional; lo aéreo-gaseoso, unidimensional; lo calórico es adimensional, y, por ello, mucho menos abarcable para nuestra mente. Sin embargo, se le puede relacionar con el tiempo, evolutivamente anterior al espacio, pero que lo impregna todo.

Desde la ciencia espiritual no se ve al calor como el resultado del fuego, sino al contrario, el calor es es fuego primigenio que es condición necesaria para que algo ocurra. En el ser humano este calor es la voluntad.

En las plantas ese calor sería el que lleva  a que en el ciclo anual, en la estación invernal se encuentre la vida internalizada, de cara a explotar en materia vegetal en la primavera.

Cuerpo etérico II: lo sustancial o material en el cuerpo etérico

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Reflejos del cuerpo etérico en la materia

Es imposible captar con los cinco sentidos aceptados convencionalmente al cuerpo etérico. Eso hace que en se encuentren dificultades para tomarlo en cuenta.

En el presente artículo queremos poner de manifiesto algunas de los reflejos que tiene este cuerpo en la materia y lo que le caracterizan:

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El cuerpo eterico (I)

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«Por lo tanto,  hemos de decir que el hombre lleva en sí mismo lo etéreo de índole individualizada.» Rudolf Steiner e Ita Wegman: «Fundamentos para una Ampliación del Arte de Curar».

El cuerpo vital o cuerpo etérico

La ciencia espiritual, según expresa Rudolf Steiner, reconoce en el hombre, además del cuerpo físico, un segundo cuerpo: el cuerpo biofórico o etéreo. «El hombre tiene este segundo cuerpo o plexo en común con las plantas y los animales, pues es él quien estimula a las sustancias y fuerzas del cuerpo físico para que se configuren y den lugar a los procesos de crecimiento, propagación, circulación interna de la savia y demás fluidos, etc.; es pues, el constructor y artífice del cuerpo físico, su morador y arquitecto; de ahí que se pueda llamar réplica o expresión del cuerpo vital».

Rudolf Steiner denominó cuerpo etérico al sistema formado por una unidad que rige mediante un orden y unas leyes a los seres vivos, a las plantas, a los animales y a las personas. Posteriormente, fue sustituyendo este término, que provenía de la nomenclatura teosófica, por el de cuerpo vital, que se ajustaba más a lo que él quería definir.

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El cuerpo físico

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El cuerpo material o cuerpo físico

Para Rudolf Steiner el cuerpo físico lo constituye todo aquello que es ponderable, medible, pesable, y químicamente analizable. El cuerpo físico está constituido de materia que podemos hallar en el mundo físico-químico. Esta materia le aporta al ser humano la figura que adopta éste en el espacio.

El cuerpo físico del ser humano se relaciona con el mundo mineral en la naturaleza.

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