El medicamento como proceso sustanciado

Cape_espiritu_santo_2

El espíritu anhela adquirir la cualidad de la libertad desde el entendimiento, desde el reconocimiento de la materia.

Bernard Lievegoed

“El organismo no es una combinación de materias sino de actividades”

Rudolf Steiner

Introducción

La medicina antroposófica elabora sus medicamentos no tanto desde la materia de la que está compuesto, como desde el proceso que ha llegado a sustanciarse, esto es, que ha llegado a materializarse.

Desde la visión de esta medicina, las fuerzas curativas de una sustancia son capacidades espirituales liberadas en el organismo, con la finalidad de despertar las fuerzas autocurativas de la persona.

La ciencia espiritual concibe a la sustancia como proceso, como evolución o en palabras de Goethe metamorfosis.

Al hablar de proceso, se habla de la cualidad de una sustancia, o en términos aristotélicos de la forma.

“Las sustancias externas en realidad son procesos, el resultado visible de acontecimientos” Steiner.

Dos cosmovisiones

La observación del mundo o de la naturaleza, en el más amplio sentido de la palabra, se puede llevar a cabo de dos maneras diferenciadas:

La ciencia académica imperante

La ciencia académica actual estudia los fenómenos apoyándose principalmente en la experiencia, imperando el paradigma “basado en la evidencia”. Desde esa percepción, la materia queda separada del espíritu, haciéndose mucho mayor énfasis en el fenómeno cuantitativo que en el cualitativo.

Se experimenta, se percibe desde lo sensorial, todo ello,  ya sea directamente o mediante aparatos que amplifican la percepción del tipo telescopio, microscopio, escáner, etc.

Arranca el pensamiento renacentista cartesiano. Descartes preconiza que el espíritu y la materia son dos realidades completamente separadas entre sí, y que solo convergen en el cerebro humano. Así el mundo natural queda totalmente abstraído de un trasfondo espiritual y el mundo espiritual queda desconectado de toda concreción material.

Sin embargo, esta visión es limitada, ya que mediante la física o la química no se puede entender la vida. Con estas ciencias se la puede destruir, envenándola o por la electrocución, pero nunca se la puede generar, como tampoco comprender las leyes naturales que la rigen.

En ese mismo sentido, podemos obtener  de una planta carbono, agua, restos minerales, etc, pero de dichos componentes nunca podremos obtener una planta, por el mero hecho de mezclarlos, pues nos falta la capacidad para crear esas fuerzas vitales, etéricas o plasmadoras.

Además, desde la formulación del principio de incertidumbre de Heisenberg , en la física cuántica ya se sabe que una sustancia no puede ser observada, sin alterar, al mismo tiempo, su conducta. Así, para  tratar de acceder al conocimiento la ciencia convencional altera los objetos de estudio.

Baste, como ejemplo el estudio de la farmacognosia actual de las plantas. Se accede al estudio de los principios activos medicinales de una planta cuando los hemos aislado, al extraerlos del vegetal. Pero con ello, también los hemos desprovisto de vida. En ese contexto, surge la pregunta de si el aceite esencial de lavanda que extraemos mediante corriente de vapor, es la misma sustancia que se encuentra en el interior del vegetal vivo.

¿Podemos conocer las fuerzas plasmadoras de una planta, que se oponen a la gravedad, y que forman la sustancia, cuando al arrancar una margarita, esta se nos mustia en la mano? ¿Podemos saber de que está compuesta una planta, descomponiéndola?

En línea con lo anteriormente expuesto, muchas de las sustancias que se extraen de una planta, se encuentran en un estado diferente tras su extracción, al que se encontraban en el organismo vegetal vivo. Es el caso de la atropina, que se obtiene de la Atropa belladonna. Esta sustancia no se encuentra en el interior de la planta viva, sino que se forma por una reacción de racemización de la hiosciamina al entrar en contacto con el aire.

Nuevas perspectivas de la ciencia convencional

Con la llegada de la revolucionaria teoría de la relatividad de Einstein se abrió la interconexión entre energías, fuerzas y materia, masa, cuya relación quedó fijada con la famosa fórmula:

E = mc^2 \,\!

Fue un paso que acercó a las relaciones sustancia proceso que la ciencia espiritual desarrollaría completamente:

La ciencia espiritual

La ciencia espiritual recoge toda la tradición del ser humano, que desde tiempos remotos se sentía unido a la naturaleza y al cosmos, observándolos como manifestación de lo divino, entendiendo desde ahí la vida y sus procesos.

Dicha visión entronca con el pensamiento aristotélico, que parte de que nada puede existir sin materia, al mismo tiempo, según esta lógica, nada se puede definir sin la forma, o el espíritu.

Aristóteles se desmarcó del pensamiento de su maestro Platón que declaraba que la idea se encontraba por detrás de la cosa en sí, pudiendo nosotros apenas observar la sombra del pensamiento puro.

Su pensamiento, que posteriormente recogería Santo Tomás de Aquino, tan unidos ambos con Rudolf Steiner, pregona que la forma, o el espíritu, está presente como un proceso sustanciado en la cosa en sí.

Sustancia y proceso sustanciado

La medicina antroposófica, como la cosmovisión de la que nace la ciencia espiritual, en modo alguno se distancia de la sustancia en sí.

Al mismo tiempo, no se queda sólo en ella, sino que toma su verdadero valor sanador y de autocuración, cuando se le aporta el espíritu, la forma, a dicha sustancia, el proceso que se hace sustancia.

Y ello, pues el ser humano también es mucho más que su cuerpo físico, y porque además se mueve por las mismas leyes de vida que rigen en el cosmos y en la naturaleza. Y esas son las del espíritu que anhela adquirir la cualidad de la libertad desde el reconocimiento de la materia.

Volvemos a transcribir la frase de B. Lievegoed: «El espíritu anhela adquirir la cualidad de la libertad desde el entendimiento, desde el reconocimiento de la materia».

 

dandelion-882851_640

El ejemplo del carbonato de calcio

El análisis de un medicamento compuesto de carbonato de calcio (medicamento empleado, por ejemplo, para tratar la osteoporosis), se puede hacer desde distintas perspectivas.

Si el análisis sólo se hace desde un punto de vista materialista, únicamente se observará la cantidad que contenga de CaCO3, no importando, desde esta perspectiva, el origen de dicho carbonato de calcio.

Sin embargo, en la actualidad cada vez más gente le da importancia al origen, esto es, a que ese carbonato de calcio proceda de fuentes naturales. Y ello es así, porque sus efectos son mucho más beneficiosos y resultan menos tóxicos, que si se originan mediante la síntesis en un laboratorio.

Pero además de estar atento al origen de la sustancia, algo que ya es un paso muy importante, puede irse aún todavía más lejos, atendiendo el proceso por el que se accede a la sustancia, o lo que en términos aristotélicos se denominaría la forma.

Desde la perspectiva procesual, ampliada por la antroposofía, se pueden observar diferentes carbonatos de calcio que encierran diferentes dinámicas.

Un ejemplo de dos diferentes procesos del calcio en la naturaleza

El primer ejemplo de un proceso de calcio lo encontramos en las conchas de los moluscos. Así, las conchas de los moluscos se forman por excreción del carbonato cálcico de la ostra viva hacia el exterior. Ello resulta un claro ejemplo de una dinámica centrífuga.

Pero igualmente en la naturaleza, encontramos la dinámica centrípeta opuesta. En ésta la incorporación del calcio se realiza desde el exterior hacia el interior. Así, por ejemplo, en las barreras de coral los organismos marinos se van uniendo al atolón que rodea una isla, y van agrandando de esa manera el cinturón.

Evidentemente, aplicado a nivel terapéutico, el efecto de estos calcios es diferente. La calcárea carbónica ostrearum (que proviene de la ostra) ayuda al organismo humano cuando se requiere, precisamente, esa dinámica centrífuga, tanto en los procesos de crecimiento óseo, como cuando en determinadas patologías la persona requiera aislarse desde dentro de las influencias exteriores.

Por el contrario, el calcio coralino se aplicará terapéuticamente cuando se requiera la dinámica centrípeta, esto es, cuando se necesite poner una barrera desde el exterior a aquel proceso vital que mana desde el interior. Un buen ejemplo de aplicación terapéutica son las hemorragias.

Diferencias en la aplicación terapéutica entre la sustancia y el proceso sustanciado

Tras haberse puesto de manifiesto en los ejemplos anteriores la importancia de lo procesual en una sustancia, resulta evidente la diferencia terapéutica que, desde el punto de vista de la farmacología antroposófica, existe entre un principio activo aislado y el de una planta curativa que aporta el proceso sustanciado. Por supuesto, todavía se encuentran mucho más alejados de las virtudes terapéuticas antroposóficas los medicamentos de síntesis que, además, no poseen ninguna vinculación con el ser humano.

Solo el que reconoce el proceso que está guiando una sustancia en el ser vivo en el que se encuentra, podrá aplicarlo terapéuticamente. Para ello, necesitará, además conocer ese proceso o su contrario-polar en el ser humano.

Y cerramos el artículo con la idea inicial: La medicina antroposófica entiende que las fuerzas curativas de una sustancia son capacidades espirituales liberadas las llamadas fuerzas plasmadoras en el organismo, con la finalidad de que despierten las fuerzas autocurativas de la persona. Y ello, pues todo en el cosmos y en la naturaleza, y por supuesto también en el ser humano, está regido por las mismas leyes, y el proceso sustanciado nos muestra el camino para volver a reconocer la armonía y el equilibrio entre la materia y el espíritu en nuestro propio ser.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.