El cuerpo eterico (III) Y los cuatro éteres

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El cuerpo vital del ser humano más allá de lo vegetal

Las expresiones del cuerpo vital en el ser humano….

Cuerpo del ritmo

El ritmo es la manifestación visible de la interacción del espacio y del tiempo. El cuerpo etérico está relacionado con todo lo rítmico en el ser humano. Ello ocurre con la incorporación en el espacio de la dimensión del tiempo.

Cuerpo funcional

El cuerpo etérico es, además, el organismo que rige todas las actividades funcionales del ser humano, sobre todo las relacionadas con el anabolismo o formación. Por eso está relacionado con el crecimiento.

Cuerpo de fuerzas morfogenéticas

El término «cuerpo de fuerzas morfogenéticas», tan del gusto de Steiner, indica que nos encontramos ante el cuerpo encargado de toda la actividad funcional. Y ello, aunque esté controlado por los cuerpos superiores (astral y organización del yo).

….Y finalmente el pensar

Rudolf Steiner hizo mucho hincapié en que en el momento en el que las fuerzas etéricas se separan de los órganos sensoriales, quedan disponibles para el pensar. O lo que es lo mismo, que las fuerzas que forman el pensamiento son fuerzas de crecimiento metamorfoseadas.

EL cuerpo etérico es la matriz del pensar, pero no el pensamiento en sí.

La conciencia del sueño

El cuerpo etérico mantiene una conciencia similar a la que poseemos mientras dormimos. De hecho tiene sentido que el cuerpo vital realice las funciones de regeneración y de anabolismo encontrándose en una fase opuesta a la de la conciencia.

El hígado

El hígado es el órgano en el que se manifiesta y tiene su anclaje el cuerpo etérico en el ser humano.

Este órgano es de naturaleza líquida y regula el equilibrio líquido.

La relación del hígado con las fuerzas formativas es tan estrecha, que aunque se hayan eliminado tres cuartas partes de él mediante cirugía, éste se regenerará en poco tiempo.

El hígado es el mayor órgano metabólico del cuerpo. Lleva las sustancias a un estado líquido, donde son posibles las reacciones químicas, volviéndolo a relacionar con el cuerpo etérico.

El hígado también tiene una relación especial con los hidratos de carbono, que como se ha mencionado anteriormente, son las sustancias propias del cuerpo etérico.

Los cuatro éteres

Al estudiar al cuerpo físico se habló de que este estaba compuesto de elementos y que los griegos clásicos, especialmente Heráclito, los definieron como Tierra, agua, aire y fuego, que configurarían los estados de la materia en función de sus diferentes combinaciones y añadieron un quinto elemento insustancial que denominaron éter. Rudolf Steiner al introducir el concepto de cuerpo etérico definió los éteres de los que se compone este organismo suprasensible:

Eter de vida

Eter químico o sonoro

Eter de luz

Eter de calor

En los seres vivos, vegetales animales y, por supuesto en el hombre estos cuatro éteres se combinan para dar lugar a las fuerzas plasmadoras que dan lugar a procesos que originan la vida.

Lo etérico pertenece a lo cósmico, a diferencia de lo físico que pertenece a lo elemental y material terrestre.

Entramos en el estudio de las polaridades de los dúos. Esta contraposición nos muestra como aquello que está dentro de ser humano se opone a aquello que se encuentra fuer de él.

El Eter de vida

Este éter se opone al elemento tierra de los griegos clásicos.

Polaridad del éter de vida con la tierra

Lo mineral

Cuando se observa la tierra se ve que el máximo estado de agregación de la materia. Está completamente sujeto a las leyes de la física y  se refleja cuando observamos una cata de tierra o en una falla.

No posee ningún tipo de movimiento interno, una piedra no se desplaza si no hay ninguna fuerza que la mueva desde el exterior

El éter de vida

El éter de vida es el responsable de generar la forma desde lo interno, cuál fuese un escultor del mundo orgánico, se opone así a las fuerzas mineralizadores

Una de las cosas que caracterizan a este éter de vida es su estado de totipotencialidad, así en cada meristema de cada planta o en cada célula se halla la capacidad de crear un todo, ya sea la planta en si o un órgano en el caso de los animales o seres humanos.

No solo crea la vida, sino que en este éter de vida también está en la fuerza encargada de mantenerla, siendo el responsable de regenerar la salud, por ello es a quien hay que apelar para restaurar y curar a una persona agotada o desvitalizada. Esta capacidad sanadora se autorregula y cuando alguna célula se sustrae a este principio puede aparecer un crecimiento descontrolado aparaciendo así las enfermedades tumorales.

El Éter del sonido o químico

Este éter mantiene una polaridad con el agua

Polaridad del éter de sonido o químico con el agua

El agua

Una de la características del elemento líquido es su tendencia a la agregación, algo que en alquimia clásica se denominó como propiedad mercurial, aquello que aporta la continuidad. Los manantiales se convierten en arroyos, que se agregan en ríos, que, como diría el poeta, van a dar al mar.

El agua presenta las dos propiedades de someterse a la levedad y evaporarse o someterse a la gravedad y caer en forma de gota al suelo

El éter de sonido

Lo que caracteriza a la música es tanto sus sonidos como sus silencios que permiten la creación del ritmo. Esos silencios son los que permiten separar y converger, algo que ocurre en los sistemas porta del cuerpo humano, que aparecen en hígado e hipófisis.

Este éter es el que lleva la fuerzas de la diferenciación y estructuración en el cuerpo, es el que puede generar sustancias y formas.

Se manifiesta en los líquidos del cuerpo humano, intersticial, sanguíneo, jugos gástricos, etc formando así los procesos metabólicos.

El Eter lumínico

Polaridad entre el éter lumínico y el aire

El aire

Los gases escapan a a fuerza gravitacional, siendo su característica la de ocupar todo el espacio que encuentren disponible, su dinámica es centrífuga, aunque cuando tenemos en cuenta la presión que ejerce sobre los objetos con los que entra en contacto, incluyendo al ser humano, sus efectos son centrípetos.

El éter lumínico

Este éter aporta la capacidad de percepción del espacio que se requiere para que pueda existir el movimiento.

La luz permite que la planta que la recibe se desarrolle y ocupe el espacio por el crecimiento, es decir que dentro del organismo posee una acción centrífuga. En el ser humano se puede observar que la falta de luz conduce inexorablemente al raquitismo.

El éter químico es quien aporta las fuerzas para que el agua se eleve desde la raíz hasta la última hoja de un portentoso árbol, superando las fuerzas gravitacionales.

El Eter calórico

Relación entre el éter calórico y el fuego

Esta relación es la más antigua en la evolución del ser humano, proviene de lo que en antroposofía se denomina antiguo Saturno. Esta es una fase de desarrollo espiritual, por lo que resulta menos accesible a nuestros sentidos y a nuestra comprensión. A diferencia de lo material-mineral, tridimensional; lo acuoso-líquido, bidimensional; lo aéreo-gaseoso, unidimensional; lo calórico es adimensional, y, por ello, mucho menos abarcable para nuestra mente. Sin embargo, se le puede relacionar con el tiempo, evolutivamente anterior al espacio, pero que lo impregna todo.

Desde la ciencia espiritual no se ve al calor como el resultado del fuego, sino al contrario, el calor es es fuego primigenio que es condición necesaria para que algo ocurra. En el ser humano este calor es la voluntad.

En las plantas ese calor sería el que lleva  a que en el ciclo anual, en la estación invernal se encuentre la vida internalizada, de cara a explotar en materia vegetal en la primavera.

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