Triple observación de la crisis del Coronavirus

En su Teosofía, Rudolf Steiner indica cómo nos relacionamos con el mundo desde nuestras tres entidades; Cuerpo, alma y espíritu.  Este artículo propone la triple observación de la crisis generada por la presencia del llamado Coronavirus y de la enfermedad que han denominado CoVid-19.

Desde la perspectiva del cuerpo

Nuestra entidad corporal nos permite la observación del mundo que nos rodea mediante nuestros sentidos.

Mirando al virus

El problema viene dado porque nos enfrentamos a un elemento patógeno que no puede ser percibido directamente por los sentidos. Por su reducido tamaño no se vé y mucho menos, se huele, se oye o se toca. Apenas se logra poner de manifiesto su presencia mediante un análisis de ampliación de RNA (el material genético del Virus) en la famosa prueba llamada PCR (reacción en cadena de la polimerasa). Aún así los expertos no se ponen de acuerdo si la presencia de esta material genético es solo atribuible al Virus o esta partícula de RNA pudiera existir como reacción a otras patologías de intoxicación de las células.

Otra manera de demostrar que la persona ha estado en contacto con el Coronavirus es midiendo mediante análisis serológicos la presencia de anticuerpos generados por el individuo para defenderse de él

Mirando la Covid-19

La mirada al virus solo nos indica su existencia, pero no nos permite asegurar, en el estado actual de la ciencia, la relación que tiene con el desarrollo de la enfermedad, la Covid-19, lo que realmente más preocupa. La investigación médica no puede predecir qué personas pasarán la infección sin síntomas, quienes sufrirán alteraciones más o menos graves, y cuantos perderán su vida a consecuencia de ella.

Parecería que debiera ser fácil saber el número de enfermos que existen en una población y el de fallecidos para posteriormente y, mediante sencillos cálculos estadísticos conocer la letalidad y la mortalidad de esta enfermedad.

Pero no a todos los fallecidos se les han hecho las pruebas ni a los enfermos y, mucho menos, a los portadores sanos que no la han desarrollado. Y, todavía es más alarmante que exista un baile de cifras entre las diferentes autoridades hasta generar un estado de absoluta confusión.

Queda la pregunta de si todos los fallecidos han sido consecuencia del virus, o, simplemente daba la casualidad de que este se que se ha encontrado en ellos que ya contaban con patologías previas que les iban a conducir inexorablemente a su fallecimiento habiéndose contagiado o no del virus.

Es decir que mediante la observación por los sentidos y sus ampliaciones no se logra una correcta percepción de la enfermedad en sí.

Observación anímica

En este caso no ha sido el virus, sino la pandemia generalizada lo que ha afectado de manera marcadamente al alma. Y cuando digo pandemia no me estoy refiriendo a la infección del virus, sino de algo mucho más contagioso como es el miedo.

Siempre que uno se adentra en el ámbito del alma, debe hacerlo con la conciencia de que este es un espacio propio e individual de cada ser humano, por lo que no puede ser ni juzgado ni objetivado. Así dentro de cada persona el alma se habrá encogido en mayor o menor medida en función de lo cercana o lejana que haya sentido la amenaza.

Sin embargo, como observación se puede afirmar que en gran parte de la población el miedo, y más concretamente, el temor a la muerte ha conducido a renunciar muchos aspectos de la vida. Y queda la pregunta en el aire de si preferimos no vivir antes que morir. La población ha renunciado a grandes dosis de libertad, de movimiento, de reunión, de expansión y ocio, etc. Hemos minimizado nuestros contactos, no hemos ido a ver a nuestros padres o familiares mayores, los abuelos han renunciado a ver crecer a sus nietos. Cuando nos vemos no nos tocamos, ni mostramos nuestro rostro que ocultamos tras una mascarilla mordaza. Hemos permitido que exista una opinión única, no matizada ni abierta a otras visiones de esta enfermedad social-sanitaria.

El alma ha sido la gran dañada en esta enfermedad, pero de esto ya se ha hablado en los artículos anteriores

Observación desde lo espiritual en el hombre de la crisis del coronavirus

El último escalón que el ser humano la parte espiritual puede alcanzar es el de descubrir de manera objetiva, casi divina, dice Steiner las leyes que existen detrás de cada acontecimiento.

Una de las leyes espirituales acerca de cualquier enfermedad es la de que esta aparece cuando existe algo que no está sano . Es precisamente esa manifestación la que permite que se pueda solucionar. Es decir, que la enfermedad no es más que una oportunidad para sanarse.

Si se mira la CoVid19 como enfermedad social podemos deducir que está manifestando que el ser humano ha creado unas condiciones medioambientales tan deterioradas que, con facilidad, podemos contagiarnos de una enfermedad que se circunscribía al reino animal.

Que vivimos en un hacinamiento que permite un rápido contagio, que nos queda por descubrir la verdadera solidaridad que proviene de la fraternidad consciente. Que de aquí nos nos va a sacar nadie, pero que podemos salir cada uno de nosotros. Que para llegar al bien hay que superar el mal, y que este existe. Y muchos otros aprendizajes que se le han revelado a cada uno de nosotros.

Apenas son unos pequeños apuntes de todo lo que se puede aprender en estos tiempos donde se han abierto par en par las puertas del cielo y el infierno….   

3 comentarios sobre “Triple observación de la crisis del Coronavirus

  1. Me parece una buena visión, solo apuntar algo que considero importante: No parece, ante los datos no oficiales que tenemos ahora, que la «enfermedad» sea tal. Es una enfermedad «normal», ni se contagia más, ni es más mortal que las que hasta ahora conocemos, en todo caso, es menos mortal y menos contagiosa. Por lo tanto, no estamos en una cuestión física, como bien dices, estamos en una pandemia de lo anímico, lo físico no es más que la excusa. Por lo tanto, la enfermedad que aparece ahora, NO es el coronavirus, (físico), es el Miedo y con él la paranoia que corresponde a lo anímico, al alma. Por lo tanto tenemos una «enfermedad» del alma. ¿Quien vive en el alma y no solamente vive en ella, sino que se hace UNO con ella? El YO (no lo digo yo, lo dice Steiner).
    En el mundo de los antroposofos, al que pertenezco, se habla de la posibilidad de que el yo se puede separar, salir del alma. Efectivamente, se puede conseguir, pero es mucho más difícil de lo que las palabras indican, ya que esta separación hace referencia a lo que en otros ámbitos se llama individuación: osea, que el yo sepa diferenciarse del alma y no hacerse uno con ella. Si lo que tenemos ahora es una paranoia colectiva, significa que el yo no tiene la capacidad de diferenciación, es una pandemia del alma y lo que creo que está ocurriendo, es un intento de que este yo que se hace uno con el alma quede completamente debilitado ahora y en el futuro. Sin un ego fuerte, sin un yo fuerte, no hay posibilidad de individuación.

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      1. Gracias por tu contestación, pero yo no he escrito para entablar discusiones ni para mostrar mi conocimiento antroposofico, solo para aportar un punto de vista.
        Gracias de nuevo.

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