Visión antroposófica del pulmón

Desde el punto de vista antroposófico el pulmón es mucho más que el órgano respiratorio del ser humano.

En el presente artículo se describe como el sistema respiratorio está vinculado al paso del ser humano por la tierra, permitiendo que el alma se ancle en esta existencia.

 

El Pulmón, órgano de la encarnación por ser el órgano tierra

La vida de una persona en la tierra está condicionada por la respiración y comprende desde su primera inspiración, al llorar tras el parto, hasta su expiración final.

Los otros órganos vitales, corazón, hígado y riñones ya han estado funcionando antes del nacimiento en el feto. Por tanto, el pulmón se puede considerar como órgano de la encarnación, o dicho en palabras de Steiner “el organismo humano es realmente una pequeña tierra, por el hecho de contar con pulmones”

En la medicina china se considera al pulmón como el organismo que representa el aire. Esto puede parecer en un primer momento así, pero, desde el punto de vista antroposófico, no es tan importante aquella sustancia que lo atraviesa, el aire, como el papel que ejerce este órgano en la vida del ser humano que es la de permitir la conexión del hombre con el mundo exterior.

El aire procedente del medio ambiente penetra en el cuerpo, incluso parte de él es asimilado, llegando a ser un contacto más intenso, aunque más fugaz que el de la alimentación en el aparato digestivo. De alguna manera es como si la vida terrestre tuviese una continuación en el microcosmos humano ya dentro de los pulmones.

En la respiración el aire penetra hasta los alvéolos pulmonares entrando en ese momento en contacto con la sangre de la cual le  separa apenas una finísima pared de solo unas micras de grosor, sin sufrir este ninguna modificación, algo que lo convierte en un caso excepcional dentro de las sustancias terrestres que llegan hasta el interior del cuerpo humano. Esta ligazón con el mundo exterior es mucho más intensa en el sistema respiratorio que en otras partes del cuerpo humano, ya que se hace sin la barrera física que supone la piel o sin un complejo enzimático-digestivo como el que existe en el estómago e intestino.

Las fuerzas que se dirigen hacia abajo desde los pulmones son las mismas, pero en sentido contrario, que las que se encuentran en una planta con tendencia ascendente partiendo desde la tierra a través de la raíz, algo que como se verá en el presente texto es de una importancia capital en la farmacología.

La relación del pulmón con la tierra se puede ver, por ejemplo, en el desarrollo de las ranas. Mientras permanecen como renacuajos en el agua disponen de branquias para llevar a cabo el intercambio de gases y es, a partir de salir a la tierra, cuando les aparecen los pulmones.

Fisiológica y anatómicamente esta relación con nuestro planeta se pone de manifiesto en que los pulmones son los órganos más duros y fríos (se encuentran un grado por debajo de la temperatura corporal, a 35,5ºC). De hecho, si no existiera la pleura que les rodea y que les permite encontrarse a una menor presión que el resto del cuerpo, estos tenderían a endurecerse totalmente hasta alcanzar un estado prácticamente mineral.

En este órgano influyen más las fuerzas de la tierra, gravedad, que en otros, así cuando una persona está de pie, el pulmón sufre los efectos de la fuerza gravitatoria, más que otras zonas del cuerpo y la sangre se acumula en la parte inferior.

La relación pulmón-tierra también se puede comprobar en la mejoría de los enfermos que sufren patologías respiratorias cuando llegan estos a zonas graníticas, que son las rocas primigenias del planeta. Esta es la razón de la existencia de muchos hospitales para tuberculosos en zonas montañosas de esa naturaleza como el famoso de la Fuenfría en la sierra madrileña.

El pulmón como órgano astral y anímico

La medicina actual considera al pulmón únicamente como el responsable fisiológico del intercambio de gases, función que, en el reino animal, está mejor resuelta por las branquias de los peces que por los pulmones de los animales superiores y de los hombres.

Por tanto, es de suponerles a los pulmones alguna función más elevada.

Desde el punto de vista anatómico el pulmón es un órgano claramente astral, con marcadas invaginaciones, algo característico de este cuerpo.

No sólo estructuralmente se le puede relacionar con el astral, sino que es también la actividad de este órgano la que permite y al alma encarnarse en el cuerpo humano. Algo que ya se había puesto de manifiesto al presentar al pulmón como un órgano relacionado con la tierra.

Así con la primera inspiración el cuerpo astral aéreo se liga con el complejo líquido físico-etérico, permaneciendo esta unión hasta la expiración en que se romperá definitivamente.

Mediante cada inhalación la unión del organismo superior con el inferior se verá reforzada, ligazón que se relajará en cada exhalación.

Entre la inspiración y la exhalación existe una breve pausa, una contención del aliento. Este lapso de tiempo es similar al que se produce en el corazón es conocido como éstasis y es este momento de quietud  el que permite la incorporación de lo sensitivo en el ámbito semiconsciente, constituyendo la manera que tiene el ser humano de percibir los impulsos anímicos.

De esta manera queda explicada la relación entre lo sensitivo y lo respiratorio, algo que ya era conocido desde antiguo. Esto se puede comprobar en el hecho de que diferentes estados de ánimo produzcan alteraciones respiratorias.

Así un susto provocará una contención del aliento, mientras que una sensación de alivio cursará con un suspiro.

En la Biblia se puede hallar la relación alma – aire espirado descrito en varios pasajes. Cuando Yahveh insufla su aliento en el barro para crear a Adán y que recoge Moisés en su segundo libro: “Y Dios, el Señor formó al hombre de polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida y así fue el hombre un ser viviente”.

En el Evangelio se vuelve a encontrar una referencia a este exhalar cuando se describe como el Cristo emite su aliento para que los apóstoles reciban el Espíritu Santo en Pentecostés.

Incluso en otros textos apócrifos se cuenta que Jesús de niño formaba pequeños animales de barro a los que soplaba para dotarlos de vida.

 

La respiración humana desde el punto de vista antroposófico

Ya se ha descrito en el párrafo anterior que la respiración va más allá de un simple intercambio de gases, siendo esta actividad la que permite la unión del complejo astral y de organización del yo con el cuerpo físico vital.

Desde el punto de vista de intercambio de sustancias, la respiración humana y animal se puede considerar una inversión de la del vegetal.

El hombre toma oxígeno del aire, y mediante esa asimilación en el cuerpo humano se produce el calor que forma la vida y que permite la inserción del yo en el hombre. En esta incorporación del oxígeno se produce un fenómeno de solidificación, cumpliéndose  así la idea del Dr. Rudolf Hauschka que consideró al oxígeno como fuerza materializadora del universo, dado que es la unión a este elemento lo que permite a muchos elementos solidificarse en el reino mineral.

Posteriormente en el movimiento de la exhalación el hombre devuelve al aire en forma de dióxido de carbono la sustancia corporal (tierra-carbono)

Gracias a esta eliminación tanto el hombre como el animal no se densifican demasiado, y, por tanto, se salven de lo que sería entrar en un estado mineral y vegetativo.

La respiración, con sus movimientos de inspiración y exhalación, presenta el equilibrio que requiere el ser humano entre anabolismo y catabolismo. Es también la armonía del darse y el consolidarse que debe existir en toda persona, y que ha de lograr a lo largo de su biografía.

La inhalación inicial del recién nacido será el primer paso de un proceso catabólico de oxidación que se intensificará a lo largo de la vida de la persona.

Tras el nacimiento, el niño ha de eliminar la sustancia no propia recibida de la madre, de ahí la pérdida de peso que se produce en los primeros días de vida. Esta expulsión la hará mediante la eliminación del dióxido de carbono tras una reacción de combustión. De esta manera producirá el primer calor y con ello la primera incorporación de su yo, siendo a partir de ahí cuando se da paso a la formación de la sustancia propia del recién nacido.

 

La respiración en los niños

Rudolf Steiner dió en el “ Estudio del hombre como base para la pedagogía” unas pautas muy claras de cómo ayudar al niño a aprender a respirar a través de la educación.

A niños demasiado apegados a la tierra se les debe invitar a escuchar música pasivamente con el fin solo de disfrutarla o se les debe contar la historia universal de una manera que les implique anímicamente.

Por el contrario a los niños fantasiosos y soñadores se les ayudará con música, pero en este caso sugiriendo que la sigan mediante partituras, y la historia se narrará mediante el aporte de innumerables datos y fechas que les hagan de nuevo concentrarse y evitar la dispersión.

 

El pulmón y su relación con los metales mercurio y hierro

La formación del pulmón viene dirigida por los impulsos del mercurio. Este metal se corresponde al semidiós del mismo nombre también llamado Hermes por los romanos, el mensajero de los dioses, aquel que media entre el cielo y la tierra. Es decir, el que unifica el alma y el cuerpo.

Cuando una corriente encuentra un impedimento a su paso, en la laringe por ejemplo, o cuando dos corrientes (inspiración y expiración) se juntan en los pulmones, se crea un torbellino  y con ello algo detiene ese movimiento.

Es ese éstasis el que crea los espacios para la formación de los órganos, el primero en la laringe, el segundo en los pulmones, quedando así ambos órganos regidos por las fuerzas mercuriales. Como ya se ha mencionado, es ese instante en que todo se detiene, donde se incorpora el alma al cuerpo y el mercurio cubre su papel de mensajero del mundo espiritual.

El hierro rige la respiración y comparte con el pulmón un papel protagonista en el proceso encarnatorio del hombre.

A este metal se le ha definido como el respirador de los metales dado su capacidad para combinarse con el oxígeno con dos valencias (doble y triple  pudiendo fijarlo y soltarlo) y  formar sales ferrosas y férricas.

Además sin su participación no se forma la clorofila de la planta y, sobre todo, el hierro se encuentra en el centro del núcleo de la hemoglobina, siendo el encargado de fijar el oxígeno y transportarlo por la sangre a todo el organismo.

Así el hierro puede actuar de mediador entre lo espiritual y lo terrenal, y se comporta tal y como lo definió Rudolf Steiner como el verdadero mercurio.

 

El pulmón y su relación con los otros órganos

En la cavidad que encierran ambos pulmones se aloja el corazón. Ambos, en unión sinérgica, forman el llamado sistema rítmico.

El pulmón comparte con el sistema neurosensorial una alta estructuración, la característica de ser órgano par y su poca capacidad de regeneración tisular.

Esta unión hace que dentro del sistema rítmico los pulmones se encuentren más sometidos al sistema neurosensorial, mientras que el corazón permanezca bajo la esfera de lo metabólico. Esto se puede comprobar en el hecho de que el hombre puede, de una manera consciente, alterar el ritmo y la profundidad de la respiración, algo que no puede hacer con los latidos del corazón, que parecen tener voluntad propia y que poseen mucho más movimiento, aunque menos estructura.

Pero si los pulmones presentan una estrecha relación con algún órgano, esta es con los riñones. Ambos de origen par y se encuentran muy influidos por el cuerpo astral. El pulmón es el responsable de ejecutar el proceso respiratorio que, sin embargo, es dirigido por los riñones. Esto es de capital importancia para la terapia, tanto la antroposófica como la convencional, como se verá más adelante.

El aparato respiratorio también posee una íntima conexión con las extremidades, algo que se puede comprobar en distintas patologías. Cuando aparecen bronquiectasias paralelamente se engrosan las falanges distales de los dedos provocando el síntoma conocido como dedos en forma de palillos de tambor. En otras afecciones agudas como en el caso del cáncer de pulmón, el enfermo sufre de parálisis de las piernas.

Otra relación que existe de manera funcional es la de los pulmones con el aparato digestivo. Muchas patologías agudas a este nivel finalizan con un ataque de diarrea. Incluso, en algunos casos, las lavativas terapéuticas pueden mejorar síntomas como toses y otras dificultades respiratorias. Además es bien conocida la metástasis de pulmón secundaria a un cáncer de colon.

 

El pulmón y el pensar

La cultura occidental ha asociado el pensar única y exclusivamente con el órgano del cerebro. En éste se vienen a reflejar los pensamientos, pero quien realmente les aporta la solidez que estos necesitan, es el pulmón.

No es casual que el pulmón sea el órgano más cercano al polo cefálico de los cuatro centrales quedando corazón, hígado y riñones más alejados de la cabeza.

En el habla, para pronunciar cualquier palabra, se requiere de la participación de los pulmones que se encuentran detrás de la fonación. Así para poder compartir cualquier idea que se tenga se requiere del impulso del aire procedente del aparato respiratorio.

En determinadas patologías, como es el caso de la tuberculosis, puede observarse la mencionada relación respiración – pensar. Así este tipo de enfermos parecen como desconectados de la tierra y con pensamientos inconexos e ilusorios, algo que reflejó magníficamente Thomas Mann en su novela “La Montaña mágica” que se desarrolla en una clínica para tuberculosos.

 

El individuo pulmón

El papel del pulmón a nivel psíquico determina la relación del individuo con el entorno, también desde el punto de vista afectivo.

En las personas en las que prepondera éste sobre otros órganos, aparece el llamado temperamento melancólico.

En el caso de que esta tendencia se polarice y se presente un desequilibrio, pueden aparecer trastornos psíquicos quedando la persona dominada por el principio tierra. La lengua española, de hecho, presenta la palabra “aterrado” para definir aquellas personas que viven presas de un miedo que les impide reaccionar.

Este tipo de personas aterradas se vuelven más densas y se les dificulta la integración de las envolturas superiores, cuerpo astral y organización del yo, en el cuerpo físico vital.

El hombre pulmón presenta unos movimientos pesados con una figura que como atraída por el suelo que le puede llevar a mantener una postura encorvada. Tiene miedo al medio ambiente y a aquellos que le rodean por lo que tiende a encerrarse en sí mismo y comienza a evadirse mediante ensoñaciones e ideas fijas, que de alguna manera “no se airean”.

Cuando este comportamiento llega hasta el extremo y se hace patológico, se convierte en la neurosis obsesiva que se puede tratar con Bryophyllum mercurio cultum D2 1

 

El pulmón y su relación con el hambre

Así como el hígado se encuentra detrás de la sensación de sed, el pulmón es el que controla la sensación de hambre en el ser humano.

El apetito no es más que una necesidad del hombre de unirse con la tierra, algo que viene regido, como ya se ha mencionado, por el pulmón.

Es por el hecho de que evitar los alimentos aleja al hombre de la tierra por lo que un ayuno puede favorecer estados meditativos y en el caso de que se prolongue esta ausencia de ingesta podría llevar a estados de cierta volatilidad y de huida insana. También este hecho permite explicar el porqué de determinadas bulimias en enfermedades respiratorias.

En las anorexias nerviosas la participación del pulmón es una vía terapéutica apenas explorada por la medicina actual. Este órgano, rector del hambre, es, tal y como se expuso en el párrafo anterior el que en el caso de preponderancia, puede llevar a ciertos pensamientos rígidos. Ambos hechos se encuentran en los trastornos de conducta alimentaria. En adolescentes puede aparecer en su actitud de rebeldía una intención de huida de la tierra y, por tanto, también de la sustancia terrestre como es el caso del alimento.

En estos casos el tratamiento de la enfermedad ha de pasar por el hierro que, además de controlar el proceso respiratorio, puede ayudar al joven en su camino de encarnación.

 

Bibliografía

-Fundamentos para una Ampliación del Arte de Curar
Rudolf Steiner

-Medicina intuitiva.
Volker Fintelmann.
Centro Higiénico Terapéutico “Puerto del Sol”

– Medicina antroposófica.
Dr. Víctor Bott
Luis Cárcamo Editor

– La imagen del hombre como base del arte de curar (tomo IV).
Friedrich Huseman – Otto Wolf Editorial Epidauro

– El campo de acción de los órganos.
Walter Holtzapfel Editorial Antroposófica

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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