Fundamentos de la farmacología antroposófica

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A lo largo de la evolución de la humanidad la manera en la que el ser humano ha accedido al conocimiento ha variado. Así el hombre ha perdido la conciencia que poseía en el pasado y ha dejado de acceder al conocimiento a través de la revelación. En su lugar ha pasado a llegar a la sabiduría a través de la conquista intelectual y racional de las verdades, sin que tenga ya sentido la aceptación de dogmas o de doctrinas.

En tiempos remotos y antes de existir la ciencia establecida por los griegos, cuando al hombre le aparecía alguna enfermedad, bien él, bien el chamán de la tribu, bien el sacerdote, etc. eran capaces de entrar en un estado de consciencia en el que le era revelado la sustancia que le podría llevar a la curación.

Ahora la unión cuerpo-alma ya no es tan lábil, por ello se impone la necesidad de curar mediante el empleo de sustancias en el organismo humano. Se puede establecer a Hipócrates, médico griego del siglo V adC como el punto de inflexión en este paso de la medicina del esoterismo al exoterismo.

Con la llegada y desarrollo de la razón, como modo de acceder al conocimiento, la conexión espiritual se corta de alguna manera y es el hombre, el que requiere emplear sus fuerzas del pensar para poder entender el mundo que le rodea y poder ayudarse de él.

En ocasiones aparecen críticas a las terapias alternativas y, en concreto, a la medicina antroposófica, por supuesta falta de rigor. Sin embargo, y frente a ello, se puede decir que la farmacología antroposófica está basada en la ciencia espiritual, ciencia creada y desarrollada por el Dr. Rudolf Steiner, cuyas bases son racionales.

Partiendo de los fundamentos de Paracelso sobre que los medicamentos son sustancias que la naturaleza propone y que el hombre, mediante su inteligencia, consigue llevar a su término, Steiner fue indicando remedios para tratar enfermedades concretas, pero nunca estableció las bases para crear una farmacología completa.

Sin embargo, de la mano de las indicaciones de Steiner, los farmacéuticos antroposóficos como Pelikan, Schmidli Zwiauer y otros, elaboraron de manera más sistemática unas bases sobre las que desarrollar una terapia con remedios naturales que apoyen la sanación del ser humano.

El fin de un medicamento antroposófico es sanar una enfermedad, es decir, lo que trata es de rearmonizar el equilibrio que se ha perdido. Amplia el camino abierto por Goethe que indicaba que la enfermedad y la salud estaban ya en el ser humano y que lo único de lo que se trataba era de volver a llevar al orden que se ha roto causando esa determinada enfermedad.

La medicina antroposófica respecto a otras medicinas

Respecto a la farmacología convencional

La actual medicina se basa en una exitosa y deslumbrante eliminación de los síntomas mediante los fármacos, en su mayoría procedentes de la síntesis química. Sin embargo, estos medicamentos no sanan al ser humano, no teniendo, ni siquiera, en cuenta como premisa, la propia capacidad del ser humano para curarse.

En ocasiones, se borran síntomas que adelantaban enfermedades graves. En otras ocasiones, apenas se elimina únicamente un síntoma, lo que no es resolutivo de toda la patología. Muchas veces y como dice Otto Wolff, se matan moscas a cañonazos, y si se ajusta la dosis, se matarán moscas a «cañonazos cautelosos», pero seguirán siendo cañonazos.

Otras veces se añade aquello que falta, por ejemplo la insulina en el caso de un diabético, pero es simplemente una aportación puntual que en nada modifica el estado de salud de la persona.

No es la intención de la antroposofía, ni la de este autor, anatemizar la farmacología actual de forma global. Y ello, pues efectivamente hay supuestos en los que se requiere sacar a un paciente de una situación crítica. También en aquellos supuestos de enfermedad en la que el paciente carece de las fuerzas propias que le permitan salir «por su propio pié» de la enfermedad, cobra sentido la utilización de la farmacología convencional.

Pero en cuanto se esté en disposición, se debe atender a la enfermedad, que vino a la vida de esa persona para reordenar una situación. Y el sentido de los medicamentos de la medicina antroposófica radica en el acompañamiento de ese proceso para acompañar el proceso.

De esta manera se puede llegara a una terapéutica personalizada alejada de la imposición estadística.

En palabras de  Rudolf Steiner «El arte de curar se basa en la  comprensión de cómo  se emplea un medicamento, no simplemente porque la  estadística nos dice que, en tantos y tantos casos, ha sido eficaz, sino que la  comprensión del ser humano y de la naturaleza nos enseña cómo, en el caso  particular, será posible transformar el fenómeno natural dentro de una sustancia  natural en fuerza curativa para el órgano humano con respecto a las fuerzas  anabólicas y catabólicas.

Respecto a la homeopatía

La homeopatía se basa en el axioma de «similia similibus curantur», que significa que lo similar es capaz de curar a lo similar.

Es una ciencia totalmente empírica que se fundamenta en  el hecho de ingerir una sustancia y apuntar los efectos que provoca a una persona  sana. Una vez descritos los efectos, se comparan con los síntomas de una patología conocida. La sustancia  empleada se diluye varias veces hasta que queda una dosis infinitesimal que se administra para tratar los mismos síntomas  que desencadenaron cuando se tomó. Al final es como si se le diese al organismo el propio síntoma transformado en medicamento.

Carece de una doctrina válida que pueda explicar cómo la ausencia  material de principio activo, puede llegar a curar, estudiándose únicamente nuevos fármacos mediante la experimentación.

Así, se aplica un medicamento con un solo componente, mediante el método de prueba y error hasta dar con el adecuado al síntoma que se desea eliminar. En ningún momento se llega a sanar la enfermedad.

Al mismo tiempo, nada de ello la hace menos efectiva en la eliminación de síntomas, si la comparamos con la terapéutica convencional.

En palabras de Rudolf Steiner:  “Hemos de ir más allá del mero probar y experimentar que se practican, para conocer las propiedades curativas de una sustancia o de una preparación. Hay que  comprender al organismo humano, según las condiciones de equilibrio de sus  órganos, y hay que comprender la naturaleza, según las fuerzas inmanentes del  crecimiento y la desintegración.»

Solo desde la imagen del hombre, como microcosmos que contiene los tres reinos, y desde la imagen de la sustancia en sí, podemos encontrar un camino terapéutico que sane al  ser humano en su totalidad.

Algunos medicamentos antroposóficos cuentan con principios activos dinamizados homeopáticamente, aunque no se les pueda considerar homeopáticos. Cuando se les diluye de alguna manera lo que se busca es ahorrarle ese trabajo al organismo humano, dado que lo primero que hace una sustancia que entra en el cuerpo humano es diluirse infinitesimalmente.

Respecto a la Fitoterapia

En la medicina antroposófica se cuenta con una visión completa del ser humano y de la naturaleza.

Al estudiar las bases de la farmacología botánica antroposófica se puede observar que no son los principios activos de las plantas en sí los que curan, sino el vegetal completo y, sobre todo, las fuerzas de las que es portador.

Por tanto, la farmacología antroposófica se distancia de la tendencia actual de la fitoterapia, que se centra en titular y estandarizar los extractos vegetales hasta hacerla prácticamente igual a la farmacología convencional.

Actualmente se ha podido comprobar como determinados alcaloides aislados provocan efectos indeseables, que al ser aportados en idéntica dosis, pero en la planta completa no se presentan.

Con esos métodos analíticos apenas se miden las concentraciones de los componentes, pero no se tiene en cuenta la calidad de esos principios activos que en muchos casos son multicomponentes y que requieren la presencia de muchos de ellos que sinergizan hasta ejercer la actividad terapéutica.

En la farmacología antroposófica, por el contrario, se  emplean plantas completas y se desechan aquellas que no se han desarrollado de manera sana, dado que estas no han podido producir de manera natural los elementos curativos que se le supone a esa determinada planta.

La relación del ser humano con la naturaleza

El hombre es el ser más antiguo en la evolución, aunque en su forma actual sea el ser más reciente en manifestarse.

La idea del ser humano es primigenia. Desde ahí el ser humano ha pasado por diferentes estados evolutivos que Rudolf Steiner pormenorizó en su «Ciencia oculta». En dicha obra Steiner nos muestra cómo el ser humano fue «decantando» los diferentes reinos de la naturaleza, primero el mineral, posteriormente el vegetal y el animal, hasta llegar a su actual forma.

Hay que tener en cuenta esa excreción, y desde esa óptica entender que los medicamentos de origen natural no le son ajenos al ser humano. Cuando el hombre enferma es como si fuera de nuevo «arrojado» a esos reinos y se viera empujado a volver a dominarlos.

El cosmos se repite dentro del ser humano

En su libro de la «Filosofía de la libertad» Rudolf Steiner supera las dos corrientes opuestas del monismo y el dualismo imperantes hasta ese momento. El monismo dirige la mirada únicamente hacia la unidad y trata de negar o borrar los contrastes que de todos modos existen. El dualismo dirige la mirada únicamente hacia la separación entre el yo y el mundo hecha por la conciencia del hombre.

Ambas visiones reduccionistas son superadas si observamos que nuestro ser humano contiene en su microcosmos la misma realidad que se encuentra en el macrocosmos universal. En esto se va a fundamentar toda la acción sanadora de los medicamentos.

Esto ya había sido adelantado por Hermes Trimegisto

Como es Arriba es Abajo, Como es Adentro es Afuera.

Concepto de sustancia

La palabra sustancia proviene del latín substare, que significa aquello que está debajo, lo imponderable.

Para la ciencia espiritual la materia es un proceso espiritual que se ha sustanciado, quedando ambas realidades presentes, la material y la espiritual.

La antroposofia ha ido descubriendo las fuerzas espirituales que se encierran detrás de cada sustancia medicinal natural, para ponerlas al servicio del ser humano, relacionándolas con las diferentes patologías que éste puede sufrir y con las fuerzas autocurativas a las que se puede apelar para sanarse.

Para Rudolf Steiner la esencia del ser humano no está configurada por un conjunto de sustancias, sino por una suma de procesos. Si en el ser humano aparece una disarmonía entre ellos, por sutil que está sea, puede aparecer la patología. Cuando este desequilibrio se agrava o se mantiene en el tiempo, puede instalarse la enfermedad.

Rudolf Steiner e Ita Wegman en su libro Fundamentos para una ampliación del arte de curar, indican que es en las fuerzas que encierran las sustancias, donde radica la capacidad de curación:

En cuanto a su efecto sobre el organismo humano, las fuerzas químicas de las sustancias verdaderamente cuentan tan poco como la composición química de la pintura para el uso del pintor. Ciertamente, está bien que el pintor sepa algo de la base química, pero la cuestión de cómo él emplea los colores para su obra, se basa en otro método. Lo mismo ocurre en el caso del terapeuta, el que podrá considerar la química como fundamento de cierta importancia; pero nada tiene que ver la formación de las sustancias en el organismo humano, con este aspecto químico. Quien considera como exacto únicamente lo que enseña la química  – incluso la farmacéutica – anula la posibilidad de adquirir ideas acerca de lo que sucede en el organismo en los procesos de curación.

Medicamentos que asemejan procesos enfermos

El empleo de un remedio de origen natural ya sea proveniente del reino mineral, vegetal o animal puede recordar a algún proceso enfermante. Por tanto si se aporta convenientemente dinamizado y trabajado mediante la farmacopea antroposófica puede ayudar a curar esa tendencia patológica

Esta idea se asemeja a la homeopatía pero la trasciende en el sentido de que se acompaña de una imagen del hombre y de su evolución.

En un párrafo a continuación se detalla como la aplicación de venenos de determinadas plantas puede ser un ejemplo de este hecho mencionado. Como por ejemplo puede ser la belladonna

Medicamentos que actúan como arquetipos de procesos sanos 

Mediante procedimientos farmacéuticos antroposóficos se pueden favorecer que esos procesos sanadores arquetípicos que determinadas sustancias naturales poseen sean transmitidos a los medicamentos. En este caso se encuentran muchos medicamentos conocidos como los -doron (del griego regalo) que son regalos que hizo Rudolf Steiner a

La homeopatización de las sustancias

Para Rudolf Steiner el organismo ha de homeopatizar una sustancia para despertar su acción terapéutica. Por lo tanto, es indiferente en qué forma penetra un medicamento, no existiendo diferencias entre medicamentos homeopáticos y alopáticos, puesto que todos siguen el mismo proceso en el interior del ser humano.

De hecho para la ciencia antroposófica la potenciación, que es el nombre que recibe el proceso farmacéutico de la dilución, es un aumento de su capacidad curativa, porque de alguna manera, se le está ahorrando trabajo al hombre para poder absorber y aprovechar la sustancia medicamentosa.

Antifísica y antiquímica dentro del cuerpo humano

En el interior del cuerpo humano rigen unas leyes diferentes a las que imperan fuera de este.

Por ejemplo, si dejamos un alimento durante tiempo al medio ambiente, podremos ver cómo se degrada en diferentes reacciones, así las grasas tenderán a enranciarse, los hidratos de carbono fermentarán y las proteinas se descompondrán, pudriéndose. Algo que sigue las leyes de la química y que en el cuerpo, por razón de otras fuerzas, especialmente las etéricas, se oponen.

La ilusión de que en el organismo las sustancias del mundo externo sigan ejerciendo el efecto que fuera del organismo les es propio, se produce debido a que para el modo de pensar habitual en la química ello parece ser así (…)

(…)Únicamente como parte integrante del cuerpo terrestre existe tal substancia como la ve la química. Si esta substancia llega a integrarse a lo que tiene vida, debe dejar de ser mera componente de la tierra: se desliga de su comunidad con ella y se incorpora a las fuerzas que desde todos los lados extraterrestres irradian hacia la tierra. Cuando se ve que una substancia o un proceso se desarrollan con vida, hay que tener presente que ella o él se liberan de las fuerzas que desde el centro de la tierra influyen sobre ellos, y que entonces se incorporan al dominio de otras que en vez de un centro tienen una periferia.

Rudolf Steiner – Ita Wegma Fundamentos para una Ampliación del Arte de Curar

Una vez que una sustancia es incorporada a un ser vivo, se rigen por unas leyes que no son las mismas que cuando se encuentra en el exterior.

Nuestra actual química farmacéutica estudia las sustancias fuera de la naturaleza viva, con lo que su visión no sólo es incompleta, sino que además lleva a la confusión. Esto no solo ocurre en la farmacodinamia, sino que se puede extender a otros ámbitos si se tiene en cuenta que toda la anatomía y la fisiología que se ha estudiado en las facultades de medicina se basa en la observación de cadáveres y no en la observación de personas vivas.

La aplicación de venenos

Desde el punto de vista de la antroposofía el ser humano puede desarrollar su conciencia mediante la aplicación de venenos, ya que estos despliegan en el hombre la vida anímica y espiritual en la medida en la que catabolizan su cuerpo.

Estos venenos para ser terapéuticos han de ser de origen natural, ya que serán únicamente estos los que podrán ser reconocidos por el hombre como parte de su microcosmos interior.

Según Rudolf Steiner:

Los venenos de origen mineral hacen ingresar al cuerpo físico en el cuerpo etérico. Los venenos de origen vegetal ayudan a que el cuerpo etétrico penetre en el cuerpo astral. Los venenos de origen animal hacen que el cuerpo astral ingrese en el Yo.

La curación aparece en el momento en que el cuerpo etérico, verdadero sanador interno, es activado. Esto ocurre cuando se aleja el astral, por la aplicación de los venenos.

La sustancia ha de ser dominada por el yo humano y ahí radica su capacidad curativa

La capacidad curativa de una sustancia siempre se encuentra en la liberación de las fuerzas formativas, pero estas nunca se encuentran ligadas a la sustancia propiamente. Steiner dice que lo esencial del poder terapéutico reside en «la manera en que transformamos esa sustancia, por lo que es  necesario dejar de pensar en la búsqueda del medicamento sólo centrando la atención en la sustancia.»

Igual que el músculo se desarrolla en función de la fuerza a la que necesita oponerse, así el ser humano se fortalece en la medida que hace suyas las sustancias que penetran en su organismo.

Sustancias de origen animal y vegetal

En el caso de sustancias de origen animal, son seres que cuentan ya con una parte animica. Por lo tanto se deben eliminar todas aquellas fuerzas astrales que de penetrar en el organismo se comportarían como extrañas, originando alergias, dolores e, incluso, trastornos psicóticos de diferente índole, para lo que  primero se catabolizan las sustancias

En un segundo paso se integran al proceso vital humano, siendo esa movilización de fuerzas y de recursos los que despiertan las fuerzas vitales y autocurativas

Así, en las sustancias procedentes de las plantas han de serles sustituidas las fuerzas etéricas vegetales por las propias fuerzas etéricas del ser humano, mediante el proceso de la digestión, primero y, posteriormente, mediante la incorporación por las fuerzas del yo.

Para determinadas personas enfermas y con sus fuerzas muy debilitadas las sustancias requieren ser «predigeridas» con el fin de poner al servicio del organismo las fuerzas curativas de los que ele animal dispone. Para ello se lleva a cabo la preparación farmacéutica, ya sea en la elección de la potencia o en los métodos de calor a los que se someta la materia prima de origen animal.

Sustancias de origen mineral

En esta categoría entran también los metales. Son las sustancias más alejadas de la vida y por lo tanto, requieren de grandes fuerzas vitales para ser  primero vitalizadas y posteriormente metamorfoseadas e incorporadas al organismo. Es por ello que son las que más hacen trabajar a la organización del yo, y por ello están capacitadas para trabajar en los niveles más profundos del ser humano. Al mismo tiempo, siempre requieren un buen estado de las fuerzas etéricas del paciente, por lo que no en cualquier enfermedad  se puede acudir a ellos.

Mediante procesos farmacéuticos se pueden dirigir los minerales hacia la zona que requiera ser tratada o curada.

Sustancias de origen humano

Cuando se emplean sustancias de origen humano y tras los estudios de compatibilidad que sean necesarios para evitar rechazos, no requieren ser procesados farmaceuticamente puesto que son del mismo plano de la creación.

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